26 de Marzo 2025
Cuando hablamos del bienestar de los perros, una de las recomendaciones más repetidas es: "Deben salir a pasear todos los días, y por al menos cierta cantidad de tiempo". Sin embargo, esta afirmación, aunque bien intencionada, no siempre es aplicable a todos los perros. En el caso de aquellos con trastornos del comportamiento, los paseos pueden representar más un desafío que un beneficio si no se adaptan a sus necesidades individuales.
El paseo como necesidad, pero también como reto
Para muchos perros, los paseos son una fuente de estimulación mental y física. Explorar el entorno, olfatear y moverse libremente les permite expresar conductas naturales esenciales para su bienestar. Sin embargo, en perros con trastornos como ansiedad generalizada, privación sensorial o con signos de fobia o reactividad, el paseo puede representar un reto en lugar de un beneficio. Estos perros pueden manifestar signos como hipervigilancia, intentos de huida, temblores, evitación o incluso respuestas agresivas ante ciertos estímulos.
Algunos perros presentan respuestas de miedo o ansiedad intensas ante estímulos cotidianos como ruidos fuertes, otros perros, personas desconocidas o incluso ciertos tipos de superficies. Para ellos, un paseo sin una estrategia adecuada puede generar más estrés que bienestar, perpetuando su estado de alerta y malestar.
¿Cuándo un paseo puede ser perjudicial?
Si un perro muestra signos de estrés excesivo durante el paseo como jadeo excesivo, evitación, temblores, hipervigilancia, intentos de huida o reactividad, es importante cuestionar si realmente le está aportando algo positivo.
En estos casos, obligarlo a salir diariamente sin ajustes adecuados puede generar un estado de indefensión aprendida o agravar su problema. No se trata de eliminar por completo el paseo en la mayoría de los casos, sino de adaptar su forma y frecuencia a lo que el perro realmente necesita.
El impacto neurobiológico del distrés en el paseo
Cuando un perro con un trastorno del comportamiento es expuesto a un paseo que le genera distrés, se activan los sistemas neurobiológicos del estrés, principalmente el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) y el sistema nervioso simpático.
📌 Liberación de cortisol y adrenalina: Un paseo estresante provoca una respuesta fisiológica de alerta, con un aumento en los niveles de cortisol y catecolaminas. Esto no solo intensifica el malestar del perro en ese momento, sino que también puede mantenerlo en un estado de hipervigilancia prolongada, dificultando la recuperación incluso después de regresar a casa.
📌 Refuerzo de circuitos del miedo: La exposición repetida a estímulos negativos durante los paseos puede fortalecer las conexiones neuronales en la amígdala, la principal estructura cerebral involucrada en la respuesta de miedo. Esto significa que, en lugar de adaptarse, el perro aprende a anticipar el miedo, volviéndose más reactivo con el tiempo.
📌 Entorpecimiento de la rehabilitación: Un sistema nervioso constantemente activado interfiere con los procesos de aprendizaje y habituación, dificultando la implementación de estrategias terapéuticas como la desensibilización y el contra-condicionamiento. En estos casos, insistir en los paseos sin ajustes adecuados puede generar lo contrario a lo esperado: mayor sensibilización y empeoramiento del problema.
Alternativas y adaptaciones para perros con trastornos del comportamiento
Si un perro no puede salir a pasear con tranquilidad, hay otras maneras de brindarle bienestar:
Estimulación mental en casa: Juegos de olfato, rompecabezas alimenticios, entrenamientos de refuerzo positivo y enriquecimiento ambiental pueden suplir parte de la estimulación que brinda un paseo.
Zonas seguras y controladas: En lugar de paseos urbanos estresantes, se puede optar por lugares más tranquilos, como patios cerrados o parques en horarios de baja afluencia.
Rehabilitación progresiva: Con ayuda de un profesional en etología clínica, es posible trabajar desde la base médica/psiquiátrica junto a procesos de desensibilización y contracondicionamiento de ser necesarios para mejorar la experiencia del paseo de manera progresiva y segura.
No todos los perros deben pasear bajo la misma norma. Cada individuo tiene necesidades y capacidades diferentes, especialmente aquellos con trastornos del comportamiento (patologías). La clave es evaluar cada caso y priorizar su bienestar emocional antes de seguir reglas generalizadas. Un paseo solo es beneficioso si el perro realmente puede disfrutarlo sin estrés ni miedo.